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ASÍ NO SE GANA UNA GUERRA
Una cosa es tener bien claro lo que queremos y cómo hay que luchar para conseguirlo y otra, muy diferente, aceptar a pies juntillas todo lo que hacen los gobernantes occidentales.
En la Guerra Global contra el terrorismo, hay muchos frentes. Los cuatro principales son el militar, el económico, el policial y el político. Hagamos un breve repaso de cómo van las cosas.
La lucha policial funciona bien a posteriori, pero deja mucho que desear como actuación preventiva. Los centros de inteligencia occidentales parece que están faltos de fósforo y eso se paga caro. Especialmente en Europa, nadie se había tomado en serio la amenaza integrista hasta el 11M.
Peor son las rivalidades de estados y su reflejo en las actuaciones de sus servicios secretos. En concreto, todos los expertos consideran imposible que los servicios secretos franceses, los más infiltrados en las cédulas islamistas, no supieran nada del 11M, en los dos años que tardó en fraguarse (precisamente hoy hemos sabido que el dinero salió de un grupo francés que ya estaba infiltrado por su policía). Pero no dijeron nada. Han preferido callarse y sacar rédito político al eliminar al principal opositor de la Constitución Europea de Giscard. Los franceses son así. No en vano, el terrorismo de Estado lo inventaron ellos durante la revolución francesa.
Malo es tenerlos de enemigos, pero mucho peor es creer que son tus amigos. A los yanquis les ha costado entenderlo, pero ahora también lo saben. Lo que cuenta es que al final, entre lo que unos se callan y otros no te dicen, te explotan 15 bombas que se han preparado durante dos años y no te enteras hasta que suenan las ambulancias. Un desastre.
En el frente militar, la invasión de Afganistán estaba clara como primer paso. No conozco a nadie que discutiera ese punto. Una vez terminada, existían varias opciones. La más costosa de ellas era la que realmente importaba. Invadir Irán. Sin contemplaciones, como una continuación de la invasión de Afganistán. Todo el actual problema tiene su foco en Irán y en su integrismo fundamentalista. Es una dictadura que poco dista de la talibán. Parece menos peligrosa porque esconde su cara brutal, pero no lo es, al contrario, de allí emanan todos esos imanes radicales que propagan el discurso terrorista por el mundo. Pero Irán tiene un alto precio en vidas y nuestros gobernantes no se atrevieron, perdieron la ocasión. Tal vez no valoraron bien la fuerte oposición al régimen de los ayatolahs que hay dentro del país.
Invadir Irak era un rodeo estratégicamente válido, si a continuación se atacaba el principal, porque en ese momento se podría entrar en Irán por dos frentes diferentes, desde oriente por Afganistán y desde occidente por Irak.
Irak formaba parte del problema terrorista, pero en mucha menor medida que Irán. Las conexiones del gobierno de Saddam, sunní, especialmente de sus servicios secretos, con Al Qaeda y los talibanes, también sunníes, se conocían, pero eran difíciles de probar. Y entonces los yanquis se enredaron con la historia de las armas de destrucción masiva. Otra metida de pata, porque por allí andaban los servicios secretos franceses dispuestos a hacerlas desaparecer.
Llegar a Irak y pararse era ,y es, un error tremendo. Más tarde o mas temprano las tropas iban a quedar entre múltiples fuegos, como están ahora, blanco de todos los contendientes de la guerra civil que existe en ese país, azuzadas desde las mezquitas. Pero con Irán neutralizado, otro gallo cantaría.
Irak tiene además un problema adicional: Bush. Cualquier otro habría conseguido un apoyo internacional total para la invasión pero, con él al frente...el asunto sonaba, y suena, a vendetta de familia, a ajuste personal de cuentas con cargo a la Guerra Global contra el terror. Casi con toda seguridad, le va a costar su reelección. Los Bush van a pagar dos veces la misma factura, el padre por no terminar con Saddam cuando pudo hacerlo y el hijo por hacerlo cuando no debía.
En cualquier caso, ahí estamos, parados, y recibiendo tortas por todas partes, por culpa de los que planifican la Guerra.
Para colmo, los demás frentes están hechos un asco. No se han hecho los esfuerzos necesarios para detener el chorro del dinero procedente del Golfo Pérsico hacia los grupos terroristas. Para los gorditos jeques árabes, es mucho más cómodo dar diez millones de dólares a un mustafá cualquiera con una metralleta, que no dárselos. Ellos, lo que quieren, es tranquilidad personal y mantener el mayor estatus de desigualdad social que existe en el mundo. Esa es la verdadera escoria del Islam y ,sin acabar con ella, no se puede ganar la Guerra.
El frente político no está mejor. Israel está más desbocado que nunca y los Palestinos también. No he conseguido saber por qué Arafat no fue a aquella famosa cena el día de antes de firmar la paz hace unos años...La clave de la espiral actual está en aquellas 48 horas y no la consigo entender.
El hecho real es que, política y éticamente, la actuación israelí legitima las acciones terroristas palestinas ante sus bases y, de rebote, el apoyo yanqui a Israel aparece siempre como la excusa moral de cualquier árabe que quiere poner una bomba a los americanos o a sus aliados.
Así, señores, no se gana una guerra. Al enemigo hay que desarmarlo en los campos moral, político, policial, militar y financiero... Justo lo que el señor Aznar ha hecho con ETA.A ver si dando clases en USA, consigue enseñarles algo.
Juan Hispano
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