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DEMOCRACIA ASIMÉTRICA
No cabe la menor duda de que la transición española y la construcción de nuestra democracia ha sido uno de los hitos históricos más relevantes del siglo XX. Todo el proceso se hizo a base de diálogo y consenso, pero como en cualquier negociación forzada, el resultado está lleno de asimetrías que años después comienzan a pasar factura. ¿Forzada?, os preguntareis algunos, ¿ahora resulta que todo fue forzado?. Pues en cierto modo sí y , además, es lógico.
Nuestra democracia nace de las cenizas de una dictadura de 40 años que oprime a los que perdieron la guerra civil. Cuarenta años son muchos años de estar pagando las cuentas de padres y abuelos, demasiados, y obviamente dejan un poso en el subconsciente colectivo. Desde entonces la izquierda española va de víctima y se arroga todos los privilegios que tienen los ofendidos y la derecha tiene que cargar con el sambenito de ser la eterna opresora. Los insultos, las descalificaciones gratuitas, la manipulación e , incluso, el choriceo, son derechos adquiridos por la izquierda y los usa impunemente a su conveniencia. La calle, naturalmente, también es suya. Si algún grupo se manifestase alguna vez tildando de “asesino” a un líder de la izquierda, sería catalogado de inmediato como “banda de ultras incontrolados”. Al contrario es tan sólo una “espontánea explosión de indignación del pueblo”.
Cualquiera de la derecha que ejerza su derecho a discrepar, con mayor o menor vehemencia, es tachado inmediatamente de facha. La izquierda, por el contrario, tiene derecho a usar el manual de Goebbels a su antojo .
La derecha, no sólo tiene que ser santa, sino que debe parecerlo ante cualquier examen con lupa. Tiene la obligación de acertar en todo: crear empleo, bajar impuestos, ahorrar para las pensiones del futuro y ,sobre todo, expresar sus opiniones con delicadeza y sensibilidad.
La presunción de inocencia se aplica exclusivamente a la izquierda, mientras que la derecha es siempre culpable por definición y tiene que luchar para demostrar que no lo es. ( Lo hemos sufrido tristemente estas semanas).
Este fenómeno se da en muchos aspectos de la vida política, incluso en las “conversiones”. Que Solana pase de detractor de la OTAN a Secretario General se aplaude y comprende como un giro a la modernidad, bien diferente de la historia del pobrecito e ingenuo Vestringe al intentarse redimir de fraguista ingresando en el PSOE.
Es verdad que esta asimetría se da también en casi todo el mundo con diferentes intensidades. Una cosa que me hace bastante gracia es que en los libros de historia aparece siempre Hitler vociferante y enfadado, pero al padrecito Stalin no se le cae nunca la sonrisa de la boca, tan tierno él, tan bonachón. Difícil escoger entre los dos al más salvaje, ¿por qué entonces esa diferencia?
Sin embargo, en España, las asimetrías no se circunscriben a derechas e izquierdas. Todos los oprimidos de cualquier género por los cuarenta años de dictadura se subieron al mismo carro y no se bajan, al revés, ahora quieren que les regalemos un autobús. Vascos, Catalanes, Navarros y Gallegos consiguieron un nivel de autonomía que no tiene el resto de las regiones españolas y no parece que sea suficiente. Quieren más, y piden y piden, incansables, alcalinos, inagotables.
Un barco con semejante asimetría, navega escorado y corre el peligro de hundirse. Los de la izquierda pueden estar tranquilos, si se hunde, se hundirá solito, desmembrado. Los golpes de estado y demás patrañas sólo existen en el subconsciente de los que los propagan.
Yo creo que es hora de decir bien alto y claro que las mejores lecciones de democracia y respeto a la libertad las ha dado la derecha en estos años. Y la noche del 14M se dio, a mi juicio, la más grande de todas. A sabiendas de la manipulación que ha llevado a los socialistas de nuevo al poder, se aceptó con deportividad intachable. De todos los sucesos de aquella semana, ese es el único realmente edificante. ¿Os imagináis el panorama si hubiese sido al revés?
Juan Hispano
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